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Cuando te planteas la pluriactividad, te estás acercando peligrosamente a un territorio con sus ventajas y desventajas.
Así que sigue leyendo, porque te voy a explicar todo lo que necesitas para saber si lanzarte de cabeza 😉
La pluriactividad, tal como la define la Seguridad Social, es cuando cotizas en dos regímenes distintos al mismo tiempo.
Es decir, por un lado, estás en nómina (asalariado) y, por otro, te has dado de alta como autónomo para poder facturar sin que Hacienda te persiga con antorchas.
Pero ¡cuidado!, porque esto no es lo mismo que ser pluriempleado, lo que significa tener más de un trabajo, pero dentro del mismo régimen (por ejemplo, dos trabajos por cuenta ajena). Con la pluriactividad hablamos de dos mundos paralelos: el del contrato y el de la factura.
Si lo estás viviendo o vas a empezar a ser pluriactivo, es normal que te asalten muchas dudas, pero no te preocupes, porque no es imposible. Como todo, tiene sus ventajas y sus problemas, pero, bien planteado, puede ser una jugada muy inteligente.
Veamos los pros y los contras con mayor detalle para que puedas tomar decisiones con más claridad.
En primer lugar, te voy a dejar una lista de lo que considero que son los pros:
La más obvia, pero también la más importante, la pluriactividad te permite diversificar tus fuentes de ingreso. Esto, en tiempos de inestabilidad laboral, es una especie de superpoder.
Tienes un sueldo estable que entra cada mes, pero al mismo tiempo puedes generar ingresos extra con tu actividad por cuenta propia.
¿Qué te bajan horas en el curro o se producen recortes? Tienes la parte autónoma. ¿Qué un cliente con el que facturabas bastante se esfuma? Tranquilo, tienes tu nómina.
La pluriactividad te permite experimentar sin tener que dejarlo todo. Puedes montar tu tienda online, abrir tu canal de YouTube, empezar a dar clases, hacer ilustraciones por encargo sin abandonar la seguridad de tu trabajo por cuenta ajena.
No es todo o nada. Es empezar poco a poco, probar, ajustar, aprender… Todo ello sin poner en riesgo tu estabilidad económica. Eso da mucha libertad.
Aquí es donde muchos se sorprenden: los pluriactivos pueden acceder a bonificaciones especiales en la cuota de autónomo. Es decir, no siempre tienes que pagar la cuota completa desde el primer día.
Dependiendo de tu situación, podrías beneficiarte de una tarifa reducida durante un tiempo, precisamente porque ya estás cotizando en otro régimen. Esto no es automático y hay que gestionarlo bien, pero está ahí y puede marcar una gran diferencia.
Este punto es más técnico, pero no menos importante: al estar cotizando en dos regímenes, estás sumando derechos.
Dependiendo del tiempo y las bases, podrías mejorar tu pensión futura o tener acceso a distintas prestaciones (como paro o cese de actividad), siempre que cumplas los requisitos.
¿Es un lío? Sí. ¿Hay que mirarlo con lupa? También. Pero, desde luego, no es algo negativo.
Una ventaja de la que se habla poco: cuando combinas dos actividades, tu perfil profesional crece a lo ancho y a lo largo.
Desarrollas habilidades distintas, consigues contactos en entornos muy diversos, te haces más autónomo (en todos los sentidos) y te adaptas mejor a los cambios.
Ahora le toca a la parte negativa:
Lamentablemente, tener dos actividades no quiere decir que tengas derecho a dos vidas, seguirás teniendo una sola agenda y muchas cosas que hacer.
Ahí es donde vienen los problemas: falta de descanso, noches sin dormir, fines de semana con entregas y la sensación constante de que nunca llegas a todo.
La parte administrativa es un infierno si vas sin guía. Tienes que presentar modelos trimestrales, darte de alta correctamente, evitar duplicidades, declarar los ingresos por separado…
Ya sabes, la Seguridad Social y Hacienda no se caracterizan justamente por su claridad. Por eso siempre lo digo: o aprendes rápido o te buscas a alguien que te acompañe y no te venda la moto. Así que, pide ayuda a Openges y no te metas en líos.
Hay contratos por cuenta ajena que incluyen cláusulas de exclusividad, lo que significa que no puedes realizar otra actividad sin avisar (o sin que te den permiso).
También hay incompatibilidades, sobre todo si trabajas en la administración pública o en sectores muy regulados. Por eso, lee siempre con atención tu contrato sin perderte la letra pequeña.
Bueno, esto quizás es un poco subjetivo, pero la realidad es que dividir tus energías puede ser agotador, porque sientes que no terminas de volcarte al 100% ni en una cosa ni en la otra.
Por un lado, tu trabajo por cuenta ajena te consume tiempo y concentración, pero tu proyecto personal también exige presencia y dedicación.
La clave está en encontrar el equilibrio y tener claro qué papel tiene cada actividad en tu vida en cada momento. Eso no siempre es fácil.
Depende. No a todo el mundo le conviene. Como has visto, la pluriactividad tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes.
En general, si eres una persona con iniciativa, con ganas de moverse y con cierta tolerancia al caos controlado, puede ser una muy buena estrategia.
No es la vía rápida. No es la cómoda. Pero es una opción que, si se gestiona bien, te permite construir algo propio manteniendo una base segura.
Eso sí, no lo hagas sin informarte, sin plan y sin ayuda. Llama a Openges que ahí saben muy bien lo que hacen. Porque ser un rebelde del papeleo no significa ir a lo loco, sino entender las reglas lo justo y necesario para poder usarlas a tu favor.